CABARET • El Espectador

“Ser drag no es una moda” - El Espectador, Mayo 26 de 2003

La Conversación

SANTIAGO ECHEVERRY

Fotos: Jairo Higuera

El escritor Alonso Sánchez, autor de la novela Al diablo la maldita primavera, uno de los textos más vendidos en la reciente Feria del Libro de Bogotá, habla con Patty E. Patetik, uno de los drag queen más conocidos de Bogotá, acerca de la novela que recrea ese universo y del fenómeno drag en Bogotá y en el mundo.

Alonso Sánchez: ¿Se han divertido las drag con mi novela o no?

Patty E. Patétik: La mitad de ellas sí, la otra mitad no.

A.S.: ¿Por qué lo dices?

P.P.: Porque no incluiste a las otras.

A.S.: Están incluidas todas. Lo que pasa es que uno no puede hablar de todo el universo en una sola novela. Además, este es un grupo concreto, que eran las drag que rumbeaban en ese momento en la Zona Rosa. Quizás están por fuera algunas otras. ¿Tú te sientes entre ellas?

P.P.: No. Ese que soy yo en este momento no se siente ahí; el otro, el que no soy yo ahora, sí esta ahí. Es interesante ver el conflicto que hubo de identificación de las personas. Pero, ¿por qué crees que la gente se identificó con algo que es totalmente ficción?

A.S.: Porque se tocan temas muy cercanos a mucha gente y porque además existe mucha clandestinidad en ese ambiente. Se trata de un tema marginal, pues la sociedad lo ha marginalizado de todas las maneras porque no quiere que la gente sepa cómo viven. Me parece que eso es parte del error que hay en torno al tema.

P.P.: ¿Tú crees que la novela sí es una forma de describir cómo vive la gente, no hay muchas ficciones ahí adentro?

A.S.: Claro, porque es una novela de ficción. El mundo que se narra es real, pero ciento por ciento se trata de una obra de ficción. Los personajes que hay son completamente ficticios, la historia que se narra es totalmente ficticia, inclusive los personajes que aparecen, que son reales, son ficción, porque son precisamente los personajes de las drag queens, entonces todos no son sino personajes de la ficción.

P.P.: ¿De cierta manera no crees que el ser drag queen no es un representante de la ficción que vivimos todos los homosexuales?

A.S.: De acuerdo, pero me gustaría escucharte a ti más bien.

P.P.: Las dragas tenemos que asumir una responsabilidad. En este momento yo soy Patty E. Patetik. Cuando no soy Patty E. Patetik, soy otra persona y el problema para mucha gente es asociar ese otro con el verdadero. Es lo que yo llamo la esquizofrenia homosexual, donde tenemos múltiples personalidades. La personalidad del Teathron, la personalidad del baño turco, la personalidad del sol... Entonces empezamos a multiplicarnos y nos presentamos de diferentes maneras al público. Pero esa esquizofrenia crea una carencia de sentido de identidad y de comunidad, es decir, tú te identificas en el momento en donde tú estás haciendo el show en el universo drag.

A.S.: ¿Realmente se identifica el personaje?

P.P.: Se identifica exactamente. ¿Pero no crees que es precisamente por eso que se ve una caída de todo lo que es el mundo drag en este momento?

A.S.: En Colombia particularmente, el mundo drag creo que fue una moda que se impuso a mediados de los 90 aproximadamente y ya al final de la década estaba completamente muerto el fenómeno drag. De pronto porque no nació aquí, sino que viene de otras latitudes. Aquí nació como una moda, como una ficción de la moda y de pronto como una novedad, como una tendencia. Y a la gente, además, le gustaba por la novelería y por el fatuo, y todo el alborozo que causaba alrededor de ellos. Pero no se presentó como los fenómenos políticos de donde nació, en Nueva York o en Londres a principios de los 60. Pero creo que tú sabes mucho más de eso. No sólo eres drag, sino que representas los personajes de mi novela, que no están vistos como el travesti en términos despectivos que conocemos en Colombia, sino como ejecutivos exitosos que trabajan en muy buenas empresas, que tienen posiciones importantes, que tienen sueldos muy buenos, pero que en los fines de semana gustan de vestirse drag y salir a divertirse a la calle de esta manera.

P.P.: ¿No crees que esa es una manera de escaparse de la realidad que estamos viviendo?

A.S.: Indiscutiblemente. Ellos tratan de escapar a una doble realidad, porque por un lado está la realidad de ser homosexual y por otro está la realidad nacional, con toda la violencia y toda la agresividad y todo lo que eso plantea en la Colombia contemporánea.

P.P.: A lo mejor las drag somos el chivo expiatorio de la crisis que estamos viviendo.

A.S.: ¿Tú lo crees así?

P.P.: Yo siento que así como una monja está ahí para limpiar las heridas de los leprosos, como el cura está para recoger las limosnas que le llegan para ayudar a los necesitados, las drag tenemos una función social en ese sentido, en donde podemos recibir toda el agua sucia y gracias a ese escudo que tenemos encima podemos asumirlo. Estamos para que se rían de nosotros, para que se burlen de nosotros, para que podamos entretener y en ese sentido me atrevería a decir que tu novela es drag, porque te hace reír sabiendo que es totalmente ficción.

A.S.: Eso es importante, porque la mayoría de la gente me ha dicho que se divirtieron mucho con la novela, que les causó mucha risa, desde la primera hasta la última página. Realmente pienso que es importante rescatar un tema tan transgresor como el homosexualismo en un país tan machista. La única manera para que mucha gente se acerque al tema es a partir del humor. Curiosamente, la novela la está leyendo más la gente heterosexual que la gente homosexual. En la Feria del Libro, el ochenta por ciento de las novelas que firmé era para gente heterosexual, inclusive señoras de edad.

P.P.: ¿Por qué crees que la comunidad homosexual no es el principal lector?

A.S.: Aunque se pensaría que ese es el primer mercado, no es así porque se sienten tocados, que no es la intención de la novela. Pero al mostrar la realidad de una forma tan cruda, tan cercana, pues mucha gente siente que estoy hablando de ellos. Algunas personas se me acercan para decirme por qué las mencioné en la novela sin yo tener el más mínimo conocimiento de esas personas.

P.P.: ¿Cuál crees que puede ser el efecto de la novela en la comunidad homosexual?

A.S.: A mí lo que me interesa es la literatura, es escribir y mostrar las cosas de la manera como yo las veo. Esta es la realidad como yo la estoy viendo, no es la real, ni como la ve todo el mundo. Por eso no puede pensarse que es una generalización de la comunidad homosexual, o de los homosexuales, porque finalmente cada cabeza es un mundo. Y por último creo que sí está de alguna manera creando una identidad de los gay, porque finalmente uno conoce mucho o poco y no hay una identidad escrita de la gente gay.

P.P.: ¿No podría verse la novela como una especie de retrato antropológico de una Bogotá de fines de siglo?

A.S.: Algunas personas piensan que es una etnografía gay urbana de Bogotá. De pronto lo es en la medida en que está mostrando los sitios gays de la ciudad. En la novela se habla de gayrulla, gay hills, entre otros.

P.P.: Fíjate que la fuente de inspiración para todo el mundo drag son las imágenes de cantantes, como Madonna, o actores y actrices, como Divine, películas como Priscila. ¿Qué referentes literarios tuviste para tu libro?

A.S.: Creo que son más referentes reales, porque entre otras cosas la novela también plantea toda esa iconografía que no es solamente gay, sino la iconografía tiene que ver mucho más con el mundo moderno y con esa necesidad de íconos en vez de los ídolos y tótems de antaño. Se habla mucho de Versace y de la princesa Diana, quienes son nuestros tótems modernos, que es a lo que se aferra ahora la gente. En ese sentido creo que existe una iconografía muy extensa en la novela, como Freddy Mercury; inclusive a niveles más locales, como la existencia de Asesinata, que entre otras cosas es el gran ícono al cual aspira a llegar el protagonista de la novela.

P.P.: Pero fíjate que Asesinata ya no existe.

A.S.: Sí, eso es cierto. Ni ella, ni tampoco Wonder Woman, ni Pepa Tacón. Ninguno de los protagonistas de la novela existe hoy.

P.P.: Entonces ¿cuál crees que pueda ser el futuro de la novela? ¿Crees que va a tener una trascendencia?

A.S.: Tenemos que esperar a ver qué pasa con la novela, pues ha tenido buena acogida de la crítica y ha gustado mucho, pero en términos literarios no sé qué va a pasar con ella. Espero que trascienda y no sólo por el premio que recibió sino porque está bien escrita.

P.P.: ¿Cómo vas a hacer para que la gente entiende que la novela es ficción y no realidad?

A.S.: La única manera que existe es que la gente lea y entienda la realidad de esta ficción, pero además que se divierta con la novela. Creo sinceramente que hay que mamarle gallo a la vida, ver las cosas importantes cuando son importantes, pero no darles trascendencia a temas como el de la homosexualidad, que no lo es. En este país hay demasiados temas importantes y serios, y creo que hay que tomar las cosas con humor, que es lo que estamos haciendo tú y yo en estos momentos: sentados en un parque público con doscientas o trescientas personas que pasan a cada rato y nos ven con asombro.

P.P.: Te puedes dar cuenta de que todos están perplejos de mi belleza...

A.S.: Pero a lo que me refiero es al humor de la novela. Es el humor el que ha llevado a mucha gente a leer la novela, independientemente de la temática y de los asuntos que toque, porque, entre otras cosas, la literatura no tiene temas vedados.

P.P.: Recuerdo que yo le decía a uno de mis alumnos que el día que el homosexualismo deje de ser tabú o una razón política, se acaba mi obra. En los 60 yo hubiera peleado por el comunismo, por la revolución, hubiera peleado por esas cosas. En este momento Patty pelea por la igualdad, pero en el momento en que llegue la igualdad se acabó Patty.

A.S.: He oído algunas críticas a la obra de Reynaldo Arenas y es exactamente esa posición. Cuando él vivió en Cuba, clandestino, con todo el drama homosexual en la cabeza, en la cárcel y todo este tipo de cosas, pues la obra que escribió fue magnánima, concluyendo con Antes que Anochezca. Pero lo que él escribió en Estados Unidos no es tan importante como lo que alcanzó a escribir dentro de Cuba.

Pero no hemos hablado del fenómeno drag. ¿Por qué no nos cuentas qué hay detrás de todo?

P.P.: La bandera gay tiene seis colores que representan la diversidad. Básicamente se debe hablar de gay, lesbian, bisexual y transexual. Se pueden encontrar loquitas divinas con el pantalón apretado y con el maquillaje perfecto; se pueden encontrar los hombres de cuero, las anoréxicas, los fetiches, toda una cantidad de cosas que se empieza a multiplicar y a transformar, entonces la draga aparece en un momento histórico en que existía la presentación del hombre, convirtiéndose ciento por ciento en mujer.

A.S.: Podría ser una reacción a la femineidad porque sabemos que la pretensión de los gays no es ser mujer.

P.P.: Básicamente los modelos que se tienen es el de reina de belleza, el de presentadora de televisión, el de modelo de desfiles de modas. Esos son los roles que se tienen para la feminización. Cuando nosotros llegamos y decimos podemos ir más allá y podemos presentarnos con una peluca rosada, con la estola de zorro azul de mi abuela, con los tacones rojos, creando una nueva tendencia, yo no estoy pareciéndome a estas niñas de farándula al final de los noticieros.

A.S.: Y entre otras cosas no te estás mostrando femenina dentro de los cánones básicos de la feminidad sino que estás exagerando lo femenino.

P.P.: Por desgracia nosotros somos seres desechables, que no estamos dejando un legado a nuestros hijos, a nuestras familias, porque no nos dejan todavía tener una familia abiertamente. Somos unos seres en cierta forma estériles y quizás dentro de veinte años nadie va a estar hablando de nosotros.

A.S.: Bueno, pero volviendo al tema de las dragas, ¿cómo ves su situación mundial?

P.P.: Cuando comenzó el fenómeno draga en Bogotá, yo estaba en Nueva York. Allá fue donde vi nacer a Asesinata, donde aparecimos simultáneamente y no me tocó ese surgimiento aquí en Colombia. Cuando llegué fue el momento de la caída, creo que porque había demasiada rumba y demasiada copia. No había fondo. Encontré un fenómeno banal. Ser drag no es una moda.

A.S.: De alguna manera lo que sacó a las dragas del gueto clandestino fue ese elemento de tendencia de moda banal que surgió a mediados de los 90 y estuvo como tres o cuatro años en plena vigencia en Bogotá y que yo relaciono muchísimo con la Ley Zanahoria.

P.P.: La ilegalidad, eso es lo que lo vuelve interesante. En la medida en que sea algo común y corriente nos toca inventarnos un nuevo juego. Lo que veo dentro de todo lo que es la cultura gay y de todo lo que son las minorías, es que se están quedando en pequeños círculos en donde todo el mundo es gay cuando está dentro de Teathron o en Saint Moritz en los baños turcos. Pero en el momento en que ponen un pie afuera en la calle, dejan de ser gays.

A.S.: Hay algo que me llama la atención y es que se está banalizando el tema de la homosexualidad, como sucede cuando una niña sale a decir que fue lesbiana una noche, como si se pudiera ser lesbiana sólo por una noche.

P.P.: Es como si yo dijera que soy drag queen por un día. En eso estoy totalmente de acuerdo contigo. Al banalizar el tema no estamos contribuyendo a que sea comprendido por la gran mayoría de las personas. Por el contrario, al banalizarlo le quitamos toda su importancia y trascendencia. Ese es el camino más fácil.